La pasta: historia y curiosidades
Sobre el orígen de la pasta hay diversas teorías. Se creía que era Alejandro Magno el que la trajo de sus viajes por Asia, pero la realidad es que ya existía en Italia mucho antes de que el Gran Alejandro naciera.
La pasta primigenia procedía de la zona mesopotámica, aunque su uso a nivel popular data de la época romana. La pasta fresca era conocida por los romanos e incluso por los griegos que la llevaron por primera vez cuando fundaron Nápoles. Durante la dominación Romana, el cultivo de cereales se extendía por todo el imperio, de hecho Sicilia era el principal granero de Roma. La mezcla de la harina el agua y la sal, extendida, cortada en tiras largas y planas ( lasaña), era consumida por los romanos.
La ocupación de Sicilia por los árabes dieron un impulso al consumo de pasta seca, las tropas las llevaban porque era económica, fácil de conservar y muy fácil de cocinar, solo hervir, además de proporcionar hidratos de carbono suficientes para unas tropas en movimiento. La intendencia procedía a mezclar la harina de diferentes gramíneas, preferiblemente cebada y agua, que luego secaban al sol. De hecho la enrollaban en hebras (espaguetis) sobre tallos de paja. Posteriormente y para evitar la proliferación de hongos hicieron un hueco en medio para facilitar su secado (macarrones).
En el caso de España, parece indudable que su aparición está ligada a los árabes, al menos no existe ningún dato que indique su consumo antes de la dominación musulmana.
En 1740, en la ciudad de Venecia, Paolo Adami, recibió la licencia para abrir la primera fábrica de pasta. Cien años después, en Amalfi, empezaron a usar molinos de agua y moledoras de piedra, donde la sémola era separada del salvado. Las máquinas trajeron consigo el desarrollo del mercado, floreciendo la exportación a través del océano.
A principios del siglo XIX, la cocina más refinada que triunfaba en las mesas de los nobles estaba compuesta por platos de pasta, poco a poco su uso se convirtió en un hábito gastronómico de las clases altas. Durante este siglo el consumo de pasta seca se extendió rápidamente entre toda la sociedad italiana, el cual se puso de moda y su ofrecimiento a los invitados se convirtió en un signo de distinción.
La pasta hasta entonces se comía con las manos, pero la adición de salsas hizo que esta forma de comerla no fuera la más adecuada, así que empezó a aparecer en las mesas de clase alta un instrumento adicional: el tenedor. Su empleo comenzó siendo más un elemento para impresionar a los invitados que para ayudarles a comer.
Cuando se generalizó el acompañar la pasta con salsa de tomate se adoptó el tenedor como un utensilio para todos los días, apareciendo un nuevo formato de tenedor específico para comer pasta, compuesto por cuatro puntas curvadas cuya longitud no era superior al doble de su anchura total.
Como vemos, la historia de la pasta nos ofrece distintos orígenes y múltiples curiosidades.
