Pocas cosas hay más otoñales que los buñuelos de calabaza, tradicionales de la festividad de Todos los Santos a lo largo y ancho de la geografía española. Esto no quita para que los podamos hacer y comer cuando nos plazca. Respecto a las recetas de dulces tradicionales, sé que seguramente en cada casa se haga de una manera.
Si tienes puré de calabaza casero en la nevera o congelador, cosa que recomendamos encarecidamente, el proceso es muy rápido y en menos de media hora puedes tener estos buñuelos de calabaza listos para ser devorados. Las cantidades que indicamos son suficientes para alimentar un batallón, si sois pocos en casa conviene reducirlas para no saturarse.
En el día de San José y con la celebración de las Fallas, las pastelerías de la Comunidad Valenciana se llenan de buñuelos de calabaza. Un bocado exquisito, tierno en su interior y crujiente por fuera, que dan ganas de comer a dos carrillos. Geniales con una taza de chocolate caliente como acompañamiento.
Todavía recuerdo esos días en los que mi abuela preparaba los buñuelos de calabaza. Sabías que se acercaba una fecha importante cuando la casa empezaba a oler a calabaza asada. La versión más otoñal de los populares buñuelos de viento. Su forma es muy diferente a la de los buñuelos comunes, no tienen forma de bolita sino de rosca pequeña. Algo así como un mini donut de calabaza tierno y jugoso.
Con este pequeño consejo no dudes en ponerte a hacer estos buñuelos de calabaza tan sencillos y rápidos en estas fechas de todos los santos. ¡Te apetece hacerlos en casa? ¡Pues sígueme mis indicaciones!
BUÑUELOS DE CALABAZA MUY ESPONJOSOS Y FÁCILES DE HACER
Ingredientes
Para 4 personas, con un costo aproximado de 0.42€ por persona y 400kcal/100g:
- 250 g de harina de trigo especial repostería
- 15 g de levadura fresca de panadería, a temperatura ambiente
- 180 g de puré de calabaza
- 1/4 de sobre de gasificante
- 10 ml de licor de anís
- Una pizca de sal (unos 3 gramos)
- 130 ml de agua o caldo de cocer la calabaza
- 800g de calabaza (Aprox.)
- 250 gr. de azúcar
- 50 gr. de canela
- 15 gr. de levadura
Preparación paso a paso
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Cocción de la calabaza
Comenzaremos con la cocción de la calabaza. Pela la calabaza, córtala en trozos no muy grandes y retira todas las pepitas. Si no te aclaras, echa un vistazo a esta publicación en la que te enseñamos a cortar y pelar la calabaza sin complicaciones. Y, si aún así no te atreves a hincarle el cuchillo, también tienes la opción de comprar la calabaza cortada.
Pela y corta la calabaza para colocarla dentro de una cazuela con agua. Hiérvela unos 20 minutos hasta que quede tierna y blanda. Puedes hacerla al vapor también para que mantenga todo su sabor.
Pelamos la calabaza, le quitamos las semillas, la troceamos y la ponemos a hervir en agua. Dejamos que la calabaza hierva hasta que estén muy tierna, entonces las sacamos el agua, la escurrimos y la trituramos en la jarra de la batidora, nos quedara con la misma consistencia de la crema espesa.
Si quieres ahorrar tiempo y dinero, puedes asar la calabaza en el microondas. Córtala por la mitad, retira las pepitas y colócala boca abajo en un recipiente apto para microondas. Cocina a máxima potencia durante 10 minutos. Luego destapa, cuidado con el vapor que quema, y remueve. Tapa y cocina otros 5 minutos. Repite hasta que la calabaza esté blanda, normalmente unos 15 minutos. En esta ocasión, al contrario que en nuestro Brownie de Calabaza no le daremos un minuto extra sin tapa para secarlo más ya que queremos que conserve algo de humedad para hacer los buñuelos.
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Preparación de la masa
En caso de no tener el puré de calabaza listo, lo preparamos y nos aseguramos de tener el peso necesario listo para la receta.
Agrégala en un bol grande junto al azúcar y mezcla bien hasta que el azúcar quede bien disuelto dentro de la calabaza. Luego añade cada huevo de uno en uno. Primero introduce uno y bate hasta que se integre bien. Y luego añade el otro y haz el mismo procedimiento.
El siguiente paso es agregar el azúcar. Seguimos triturando. Ahora, añade 40 g de azúcar blanco al puré de calabaza y bate la mezcla. Cuando veas que el azúcar se ha integrado por completo con el resto de la masa, agrega la levadura y la harina y bate de nuevo.
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Añadir ingredientes secos
En otro recipiente, tamiza la harina y la levadura. Añádele una pizca de sal y remueve bien. Luego introduce esta mezcla en el bol de la calabaza y huevo.
Tamizamos la harina en un cuenco y le agregamos la levadura, el azúcar, la sal, la ralladura de naranja y las dos yemas de huevo.
A continuación añadimos el puré de calabaza y mezclamos para conseguir una masa uniforme. Para conseguir una masa fina y sin grumos o tropezones, podemos ayudarnos de una batidora de mano.
Ahora es momento de agregar la harina y la levadura tamizadas. Continuamos con la canela y el huevo. Seguimos batiendo hasta obtener una masa espesa.
Luego, culmina la mezcla con el huevo y un poco de canela espolvoreada.
A continuación vamos a tamizar la harina con la levadura sobre el puré. Cuando el puré esté templado o frío puedes echar el huevo y una pizca de sal.
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Fermentación de la masa
Deja la masa reposar de media hora a una hora. Tapa el bol con un trozo de film y encima un trapo.
Ten un poco de paciencia y no estés mirando cada 5 minutos (nosotros nos desesperábamos porque no subía, pero… para que la masa fermente, necesita su tiempo).
Colocamos la harina en un recipiente amplio y hacemos un hueco en el centro. Vertemos la mezcla anterior y removemos suavemente, incorporando harina poco a poco hasta que esté bien incorporada. A continuación añadimos el gasificante y removemos de nuevo hasta que la masa se haya vuelto suave y espesa, unos 10 minutos. Podemos usar un robot de cocina y remover a velocidad baja o hacer el proceso a mano, con una cuchara de madera o con las mismas manos (bien limpias, claro está).
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Dar forma a los buñuelos
Rellenamos una manga pastelera con una boquilla redonda con la masa. Nos encanta la manera tradicional de formar los buñuelos antes de sumergirlos en el aceite caliente, os la explicamos a continuación. Sin embargo no es tarea fácil y requiere algo de maña. Por eso sugerimos dos alternativas muy sencillas, para que nadie tire la toalla por el hecho de verse incapaz de prepararlos.
Mientras, prepara un bol con un poco de agua. Este detalle es muy, muy importante. ¿Por qué? Porque cada vez que hagamos un buñuelo, tenemos que mojarnos la mano en agua para que se despegue bien la pasta de nuestros dedos. Una mano será con la que prepararemos la pasta y la otra la que convertirá la pasta en un buñuelo. Con una mano coge un poco de pasta y haz una bolita. Moja la otra mano con agua y coge la bolita que tienes en la otra.
Podemos hacer los buñuelos con buñolera o a mano, aunque con la buñolera el proceso es más limpio si no nos gusta pringarnos las manos en exceso.
Si no tenemos buñolera, para hacer los buñuelos a mano, preparamos un cuenco con agua. Cogemos una pequeña cantidad de masa con una mano y cerramos el puño haciendo que la masa salga por la parte superior del puño en forma de bola.
Coge una porción de masa y redondéala creando una bolita. Luego aplástala y hazle un agujero en medio (como si fuera un donut). Déjala caer con esa forma en el aceite caliente y repite el mismo proceso para el resto de porciones.
Sin embargo, si quieres que los buñuelos queden bien redondos los buñuelos y sin picos (que a veces impiden que los buñuelos giren bien y se tuestan más de la cuenta por un lado) usa una manga pastelera para dar forma a los buñuelos. Solo tienes que echar toda la masa en una manga pastelera con una boquilla ancha (unos 3 centímetros). Cuando el aceite esté caliente coge la manga pastelera con tu mano izquierda de forma que puedas sujetarla y apretarla a la vez con la misma mano. Coge un cuchillo o una espátula con tu mano derecha. Acerca la manga a la sartén y aprieta con cuidado la manga para que salga un poco de la masa (unos 2 o 3 centímetros) y entonces con el cuchillo corta la masa desde arriba hacia la sartén para que caiga la porción de masa al aceite caliente. Ten mucho cuidado de que no te salpique el aceite. Lo mejor para evitar salpicaduras es acercar lo máximo posible la punta de la manga pastelera al aceite y así la caída es muy suave y casi no salpica. Es normal. Échate unas gotitas de aceite en la mano y verás que es mucho más fácil manipular la masa para darles forma. Y para freírlas, simplemente deberás dejarlas caer sobre el aceite con la forma de rosca que le hayas hecho.
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Freír los buñuelos
Calentamos abundante aceite de girasol en una sartén. Vierte abundante aceite de girasol en una sartén y déjalo unos minutos para que coja temperatura. Si eres un fiel admirador del aceite de oliva y ha de acompañarte en cada plato que preparas, puedes usarlo en lugar del aceite de girasol. Nosotros recomendamos este último para freír los buñuelos de calabaza porque su sabor no es tan fuerte como el de oliva y, por tanto, no opaca al de la calabaza.
Una vez fermentada la masa procedemos a freír los buñuelos. Para ello calentamos abundante aceite en una sartén y preparamos un plato con papel absorbente.
Con el aceite caliente, nos disponemos a freír los buñuelos. Dejamos caer una pequeña cantidad de masa en el aceite.
Cuando el aceite esté caliente, ve colocando porciones de la masa que acabamos de preparar en la sartén con la ayuda de dos cucharas de café. También puedes darles esa forma redonda tan característica con tus propias manos, pero asegúrate de untártelas de aceite antes para no acabar con los dedos impregnados de masa.
Es importante controlar bien la temperatura del aceite para que se cuezan bien por dentro sin quemarse por fuera. Es importante no poner el aceite demasiado caliente ya que si está demasiado fuerte se dorarán muy rápidos y el interior de la masa quedará poco cocinado.
La forma manual y tradicional de formar los buñuelos conlleva coger una pequeña cantidad de masa con la mano izquierda y apretar con el puño. La masa sale por la parte de arriba en forma de burbuja y se retira con la mano derecha, previamente sumergida en agua. Freímos en tandas de tres o cuatro, volteando a media cocción para que se doren por ambos lados.
Si la masa está en su punto los buñuelos se irán dando la vuelta ellos solos y se pondrán doraditos por todos los lados.
Fríelos unos 4-5 minutos aproximadamente dándoles la vuelta para que se doren por todos lados.
En un par de segundos, los buñuelos estarán listos y en su punto.
El aceite debe estar caliente para poder freír los buñuelos de calabaza ya que de la otra forma, sólo se cocerán y no quedarán con su característico color dorado y tostado.
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Servir
Retira los buñuelos de la sartén con ayuda de una espumadera y colócalos sobre un plato con papel absorbente para eliminar el exceso de aceite. Es importante que utilices una buena espumadera para que cuele se cuele el aceite sobrante mientras recogemos los buñuelos. Yo te aconsejo una así de grande para no perder tanto tiempo sacando los buñuelos de la sartén.
Una vez fritos ponlos sobre papel de cocina para absorber el exceso de grasa y luego pásalos por una mezcla de azúcar y canela. Por último si quieres puedes echar por encima un poco de chocolate negro derretido y listo.
Para terminar, echa azúcar y canela en un bol y reboza los buñuelos a tu gusto. La cantidad de azúcar dependerá del número de buñuelos de calabaza que te hayan salido y de tus ganas de dulce.
Servimos los buñuelos de calabaza con una taza de chocolate caliente o nuestra bebida preferida.
Y listo! Presenta estos buñuelos de calabaza acompañados de un plato con azúcar o un chocolate a la taza.
Si tus invitados pertenecen al team dulce, van a alucinar con esta receta de buñuelos de calabaza.
Los buñuelos de calabaza son un bocado exquisito con el que terminar una comida, acompañar el café de sobremesa o disfrutar a la hora de la merienda con chocolate a la taza a la española. Están deliciosos recién hechos y templados, aunque lo recomendable es comerlos fríos. Están deliciosos recién hechos, ligeramente tibios. Pero el paso del tiempo no les sienta especialmente mal.
Si os sobran podéis guardarlos hasta el día siguiente cubriendo la fuente o plato con un poco de papel de aluminio.
Podemos rebozarlos en azúcar blanco, como se hace tradicionalmente, aunque en mi casa también los tomamos con un chorrito de miel.
Otra opción es rebozarlos tú mismo en azúcar cuando todavía estén calientes y servirlos sin ese plato de azúcar. Esto evitará que algunos se sobrepasen con el azúcar.