Escenas Clave de "Tomates Verdes Fritos": Un Análisis Profundo

Existe una pregunta casi más difícil que cualquier otra para un cinéfilo empedernido -e, incluso, también para los no tan fans-, que es la de «¿cuál es tu género cinematográfico preferido?». Una pregunta tan aparentemente sencilla, pero con tantos matices en el fondo.

Y es que las películas, al igual que ocurre con la música, son capaces de generar un vínculo emocional con el espectador. A veces ese vínculo es inexistente, y ahí es cuándo una película te puede dar igual, pero siempre existe un lado subjetivo en lo que nos gustaría que fuese completamente objetivo.

De esta manera, casi nunca existe un género favorito, sino que depende del momento emocional en el que te encuentres, o si la nostalgia te empuja a querer recordar a alguien o algo que pueda tener especial importancia para ti.

Así, al igual que al haber roto con tu novio/novia te podrías poner una canción de Pablo Alboran o de Ed Sheeran -o cualquier otro cantante de los denominados «corta venas»-, la película que te pondrías sería algo que se asemejaría a esa emoción que buscas. Y ahí surge el subgénero de las «películas para llorar».

Sin embargo, este grupo de filmes no solo recogen aquellos que muestran una realidad dura o trágica, sino que son capaces de generar un vínculo muy fuerte con el espectador, hasta el punto de que casi sea capaz de sentir aquello como una vivencia propia.

Hoy en día, en la era del cine como producto fugaz, pocas cintas son capaces de generar ese vínculo emocional del que hablamos. Un film que al fin y al cabo huele al cine de los 80 y los 90, un cine que sabía atrapar el alma del espectador y no soltarla jamás.

muerte de rut(tomates verde fritos)

Una Historia de Amistad y Superación

Tomates verdes fritos narra la amistad casual entre Evelyn, una ama de casa de mediana edad, y Ninny, una anciana que vive en un asilo y, como una Sherezade insomne y sin vesícula, la entretiene cada semana con historias de su juventud en Whistle Stop, Alabama, donde su cuñada Idgie y su amiga Ruth regentaban el café local.

Evelyn se encuentra en mitad de una crisis emocional cuándo se topa con Ninny, una señora que vive en una residencia de ancianos, y que tiene muchas historias que contar. De esta manera, Evelyn va conociendo la historia de Idgie y Ruth, dos mujeres fuertes, y cuya relación acaba haciendo frente a miles de obstáculos. Así, poco a poco, empieza a cambiar su manera de ver el mundo, y comienza a enfrentarse a todos esos miedos que ha acumulado a lo largo de los años.

Muchas veces las películas lacrimógenas solo se definen por eso, por hacer llorar al espectador, olvidándonos de todo el valor cinematográfico de la obra. Sin embargo, Tomates verdes fritos, a pesar de ser recordada como una de las películas más bonitas jamás filmadas presenta, además, muchísimos valores relacionados a la época en la que estaba rodada.

La cinta muestra muchas tramas y dilemas que ya se mostraban en otras obras coetáneas: Tomates verdes fritos trata temas como el racismo y la diferencia de clases, así como las enfermedades terminales, etc.

La película combina dos historias, protagonizadas por cuatro mujeres que viven separadas por cinco décadas. Evelyn Couch y Ninny Threadgoode viven en los años 80, mientras que Idgie Threadgoode y Ruth Jamison están en los duros años 30, la época de la Gran Depresión. El pasado y el presente se entrecruzan a través de las historias que la anciana Ninny va contando a Evelyn, que poco a poco cae enamorada ante las vidas de Idgie y Ruth, dos amigas que montan un café en Whistle Stop, Alabama.

Allí ocurrirán muchas cosas, y todas las conoceremos en los sucesivos saltos en el tiempo. La película, como la novela, destaca por la fuerza y la resiliencia de sus personajes femeninos.

En la década de los 90, Hollywood seguía apostando por el cine de acción y aventura, pero a la vez empezó a contar historias protagonizadas por mujeres, mujeres fuertes que pelean por su integridad y dignidad en un mundo de hombres. 1991 fue el año de grandes películas en clave femenina -y feminista-, desde El silencio de los corderos, con Jodie Foster, a Thelma & Louise, con Geena Davis y Susan Sarandon, y Tomates verdes fritos, basada en la novela que Fannie Flagg publicó en 1987.

El libro de Fannie Flagg fue candidato al Pulitzer y el director Jon Avnet quedó atrapado por las vidas de sus personajes. Por eso quiso llevarlo al cine: era su primer largometraje tras hacer varios trabajos para televisión. Para hacer el guion contó con la autora de la novela y con Carol Sobieski, guionista de Annie.

La película tuvo un gran éxito, en parte por el boca a boca, y llegó a proyectarse hasta en 1229 salas, recaudando casi 120 millones de dólares. Todo un logro, ya que se rodó con un presupuesto de menos de 11 millones. Tomates verdes fritos, contra todo pronóstico, fue una de las películas más taquilleras de su año de estreno, 1991.

El Elenco Estelar de "Tomates Verdes Fritos"

Cuatro grandes actrices para una gran películaKathy Bates fue la primera en unirse, interpretando a Evelyn Couch. Mary Stuart Masterson y Mary-Louise Parker interpretaron a Idgie Threadgoode y Ruth Jamison, respectivamente. Jessica Tandy, quien hace el papel de Ninny Threadgoode, entregó una de sus últimas actuaciones antes de fallecer en 1994. A pesar de que ellas fueron las finalmente seleccionadas para sus personajes, otros grandes nombres fueron pensados para la película, como Joanne Woodward, elegida originalmente para ser Ninny, Uma Thurman para Idgie y Susan Sarandon para Evelyn.

Kathy Bates está arrebatadora como Evelyn, un personaje sumido en una crisis interna que encuentra en Ninny a la guía espiritual que necesita.

Sin embargo, el gran corazón de Tomates verdes fritos es la relación entre Idgie y Ruth -con unas sensacionales y arrebatadoras Mary-Louise Parker y Mary Stuart Masterson, dos estrellas emergentes de la época, cuyas carreras no acabaron teniendo la suerte esperada-. La película juega con muchísima sutileza en retratar una relación que se tambalea entre la fuerte amistad y el amor romántico.

Así como el libro en el que está basado la cinta, Tomates verdes fritos en el café de Whistle Stop (1987), escrito por la también guionista de la cinta Fannie Flagg, muestra sin ningún tapujo una relación de amor entre las dos protagonistas, los productores de la película prefirieron «suavizar» -o directamente esconder- la verdadera naturaleza de la relación entre ambas, alegando que los espectadores saldrían despavoridos del cine tras ver aquello.

Sin embargo, el entonces debutante Jon Avnet sabe mostrar con total sutileza momentos y miradas que claramente muestran que entre ellas existe algo más que una mera amistad.

Otra de las cosas interesantes a analizar en Tomates verdes fritos es la aparente dulzura y esperanza con la que está contada una historia llena de momentos trágicos. La cinta ha sido muchas veces criticada por ser excesivamente buenista, algo que en cierta manera es verdad, pero que también tiene su razón de ser.

En definitiva, Tomates verdes fritos es una de esas películas especiales que marcaron a toda una generación, y que muestra de manera única lo que es una obra de transición entre dos épocas. Es verdad que no es todo lo redonda que podría llegar a ser, pero la magia con la que está impregnada hace que se quede incrustada en nuestros corazones.

Al fin y al cabo, existe un lado subjetivo en lo que nos gustaría que fuese completamente objetivo. Lo mejor, que a pesar de estar suavizada, es capaz de mostrar de manera totalmente natural una relación que no tiene por qué tener etiquetas.

Temas Profundos y Relevantes

Tomates verdes fritos aborda temas como el amor entre mujeres, la violencia machista, el racismo, la amistad, el alcoholismo, la menopausia y, de forma un tanto tímida, el feminismo.

En los años 80 nos encontramos a Evelyn Coach, una mujer insatisfecha con su vida y menos con su marido, a quien solo le interesa el fútbol. Un día visita a su suegra en un asilo y conoce a Ninny Threadgoode, una anciana que le empieza a contar la historia de Idgie, una joven rebelde, y Ruth, una joven más convencional y atada a los convencionalismos de la época. Entre ellas surge una profunda amistad y un sincero amor. Idgie es fuerte y no está dispuesta a estar sometida. Ruth vive aterrada por un marido maltratador. Idgie se la lleva de la casa y amenaza al marido de Ruth, que poco después desaparece. Las dos amigas emprenden una nueva etapa llevando el Whistle Stop Cafe y allí llega un inspector que busca al desaparecido. Pero nadie parece saber qué ha sido de él.

A lo largo de la película, el espíritu de Idgie va transformando a Evelyn, que empieza a derribar obstáculos, físicos y emocionales, al grito de ¡Towanda!. Esta es una palabra inventada por la autora del libro y, aunque no tiene un significado específico, hoy sigue siendo símbolo del empoderamiento y la revolución de las mujeres.

En la novela, Ruth e Idgie se aman casi desde la primera vez que se ven. Pero en la película, esta relación se presenta de manera más ambigua y sutil. Esta decisión fue criticada, aunque la película ganó un premio GLAAD por su contenido lésbico implícito. “Si no nos crees, lee el libro”, fue lo que dijo la actriz Sheila Kuehl cuando presentó el premio.

¿Nos está diciendo Ninny que ella es Idgie? Esta sugerencia en el guion de la película no gustó y son pocos los que creen que la dulzura de Ninny venga de la rebeldía de Idgie. La novela deja un poco más claro que Ninny e Idgie son dos personas diferentes, ya que hay escenas en las que ambas aparecen e interactúan entre sí. En el filme, mujer afirma que se casó con el hermano de Idgie, Cleo, que es como adquirió el apellido Threadgoode. También confirma en la película que estaba enamorada de Buddy, lo que sería bastante extraño de admitir si ella fuera realmente Idgie, ya que Buddy sería su hermano biológico.

El Significado de "¡Towanda!"

En los años 80 nos encontramos a Evelyn Coach, una mujer insatisfecha con su vida y menos con su marido, a quien solo le interesa el fútbol. Un día visita a su suegra en un asilo y conoce a Ninny Threadgoode, una anciana que le empieza a contar la historia de Idgie, una joven rebelde, y Ruth, una joven más convencional y atada a los convencionalismos de la época.

Entre ellas surge una profunda amistad y un sincero amor. Idgie es fuerte y no está dispuesta a estar sometida. Ruth vive aterrada por un marido maltratador. Idgie se la lleva de la casa y amenaza al marido de Ruth, que poco después desaparece. Las dos amigas emprenden una nueva etapa llevando el Whistle Stop Cafe y allí llega un inspector que busca al desaparecido. Pero nadie parece saber qué ha sido de él.

A lo largo de la película, el espíritu de Idgie va transformando a Evelyn, que empieza a derribar obstáculos, físicos y emocionales, al grito de ¡Towanda!. Esta es una palabra inventada por la autora del libro y, aunque no tiene un significado específico, hoy sigue siendo símbolo del empoderamiento y la revolución de las mujeres.

La Famosa Escena de las Abejas

Uno de los momentos más especiales y recordados de la película es cuando Idgie recoge miel para Ruth, que la observa desde lejos, asustada porque mete la mano desnuda en el árbol de las abejas, que empiezan a cubrirle el brazo y el cuerpo. Permanecen sobre ella durante bastante tiempo y Ruth está visiblemente sorprendida por lo que ve. La escena es real, porque la actriz no quiso que la doblaran.

El Legado de "Tomates Verdes Fritos"

Universal apostaba tan poco por Tomates verdes fritos que la estrenó en cinco salas. Dos meses después se proyectaba en 1229. Con un presupuesto de apenas 11 millones de dólares acabó recaudando más de 100, se convirtió la undécima película más taquillera de 1991 y consiguió dos nominaciones al Oscar, una para Jessica Tandy como mejor actriz secundaria y otra para la autora del guion, que también lo era de la novela en la que se inspiraba, Fannie Flagg.

Es uno de los mejores ejemplos de lo que se conoce como sleeper, una película que gana popularidad gracias al boca a boca de espectadores entusiasmados. La novela homónima en la que está basada había sufrido un desdén similar antes de publicarse.

Las críticas fueron positivas, pero casi todas obviaban que dos de las protagonistas eran una pareja de lesbianas. Amy Dawes, crítica de cine de Variety, describió la relación como una “amistad incondicional entre las dos mujeres jóvenes, aisladas en un mundo de hombres intolerantes”. Otros, como Roger Ebert, dedujeron que Idgie era lesbiana, pero dudaron respecto a Ruth, una observación común en otras críticas de la época.

La mayoría sólo fue consciente de que había una relación lésbica cuando la Alianza Gay y Lesbiana contra la Difamación (GLAAD) le otorgó el premio a la mejor película con contenido lésbico. Así de sutil era, aunque no para el público gay, acostumbrado a detectar el subtexto porque era todo con lo que podía conformarse.

Que tantos millones de personas creyesen que cubrirse de abejas, embadurnarse mutuamente de comida o enviarse citas de la Biblia tan desgarradas como “No me ruegues que te deje, y que me aparte de ti; porque a dondequiera que tú vayas, iré yo; y dondequiera que vivas, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios” son cosas que hacen las amigas es desconcertante. Aunque puede ser más bien un buen ejemplo de ceguera selectiva.

Tomates verdes fritos es una buena, película, pero sobre todo es una novela excepcional que nació de un viaje en coche a través de Irondale, Alabama, el modelo de Whistle Stop, donde la tía abuela de la autora, la modelo de Idgie, que también vivía con una mujer, dirigía un pequeño café.

Hay amor y amistad, pero en ningún caso se pierde de vista que aún estaban vigentes las leyes segregacionistas que establecían distinciones racistas que despojaban de derechos a las personas negras.

Tan importantes como Idgie y Ruth son Ninny y Evelyn, que nunca alzan la voz ni dicen “no”. La clase de mujer que nunca deja traslucir su personalidad por miedo al rechazo y prefiere confundirse con el papel pintado porque no se siente merecedora de una opinión propia.

Aunque cuando se escribe hoy sobre la menopausia y el edadismo parece que nadie lo había mencionado jamás, fue en Tomates verdes fritos donde el envejecimiento de las mujeres se verbalizó mejor de lo que jamás se ha hecho. El edadismo no es un mal novedoso.

El éxito de la película ha opacado ligeramente al libro, una novela que merece un puesto entre las mejores ficciones estadounidenses, “una maravilla literaria que hila un discurso político bien armado, necesario y plural construyendo personajes eternos que han acabado formando parte de la cultura popular”, en palabras de Cambronero.

Noviembre de 1991. En la gran pantalla se estrena una película ‘sobre mujeres’ y ‘para mujeres’, a contracorriente del género dominante: la acción. Una historia de amistad, sabiduría y muerte que aborda temas como la violencia de género, el lesbianismo, la gerontofobia, el feminismo, la eutanasia y la discapacidad...

Receta de Tomates Verdes Fritos

Fannie Flagg se inspiró en el Irondale Cafe de Birmingham, Alabama, para crear su Whistle Stop Cafe. Muchas escenas se filmaron en un verdadero restaurante de Georgia, que curiosamente tiene el mismo nombre y en todavía hoy se sirven tomates verdes fritos, un imán para los turistas.

La receta del café es sencilla y según el libro hay que hacerlos así: corte el tomate en rodajas de 1 centímetro, aderece con sal y pimienta y rebócelas con harina de maíz. En una sartén grande de hierro, caliente suficiente aceite de freír beicon para cubrir el fondo, y fría los tomates hasta que estén ligeramente dorados por ambos lados.

Reconocimiento y Nominaciones

La película tuvo muy buena acogida y logró varias nominaciones, incluyendo dos a los Oscars, a Mejor actriz de reparto, para Jessica Tandy, y a Mejor guion adaptado para Fannie Flagg. Además, obtuvo nominaciones a los Globos de Oro a Mejor película en la categoría comedia/musical y a Mejor actriz para Kathy Bates y Jessica Tandy. Las dos actrices también recibieron nominaciones a los BAFTA.

"Tomates Verdes Fritos" es un conmovedor y entretenido film, basado en la novela de Fannie Flagg, dirigido por Jon Avnet y protagonizado por Kathy Bates, Jessica Tandy y Mary Stuart Masterson. No es una comedia ni un melodrama lacrimógeno, tampoco es una cinta de intriga ni un drama social. Sin embargo, consigue reunir todos estos aspectos y funcionar al mismo tiempo.

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