La historia de Coca-Cola en Polonia es un relato fascinante que se entrelaza con la caída del comunismo, la apertura de mercados y la globalización. Este artículo explorará cómo la Coca-Cola polaca ha llegado a influir en el mercado español, generando debates sobre la producción local, el impacto ambiental y los derechos del consumidor.
En un bar histórico en Las Ramblas de Barcelona, un cliente pide una Coca-Cola y le sirven una botella en cirílico, lo que genera sospechas sobre su origen. Este incidente refleja un fenómeno creciente: la importación de Coca-Cola de diferentes países, incluyendo Polonia, a España.
Si en Google se inicia la búsqueda de "Coca Cola Polonia", tres de las cuatro primeras entradas son ofertas de lotes de Coca-Cola polaca o de otros países. El origen del producto es Bialystok, Polonia. El plazo máximo de entrega en España son tres días y se acepta cualquier forma de pago. Otra oferta virtual corresponde a Coca-Cola egipcia etiquetada en español a un precio de 0,30 euros la unidad también sin IVA.
Ante esta situación, Coca-Cola España ha lanzado una campaña publicitaria que anima a los consumidores españoles a "beber la Coca-Cola embotellada en tu zona". La campaña, creada por la agencia Sra. Rushmore y que estará en antena hasta finales de septiembre, también apoya al sector hostelero, que no pasa por su mejor momento.
Fuentes de Coca-Cola España reconocen que han detectado la llegada de producto importado, tanto de fuera como de dentro de la Unión Europea. Por regla general, son partidas de importadores independientes y su principal destino es la hostelería. Estas bebidas se comercializan fundamentalmente en Cataluña y son, en su mayoría, latas de Coca-Cola (el vidrio es más complicado porque exige el retorno del envase). Aunque, por ahora, se trata de un fenómeno incipiente y a pequeña escala, la española ha decidido actuar y apoyar a la producción nacional.
El sistema Coca-Cola (que incluye a la filial nacional de la empresa de refrescos y a los siete embotelladores) factura en España 3.100 millones de euros, cifra que la sitúa como la primera compañía agroalimenaria del país. España es, además, el segundo mercado para el gigante de Atlanta en Europa, por detrás de Alemania, país con casi el doble de habitantes.
Otro problema añadido es que la comercialización de producto importado puede llegar a vulnerar los derechos de los consumidores. Aunque está permitida la libre circulación de bienes y servicios dentro de la Unión Europea, los alimentos que se venden en España tienen que cumplir ciertas reglas. The Coca-Cola Company dispone de un sistema de control interno que, con auditores independientes, mide la calidad del producto final más allá de los estándares exigidos.
Los Pilares de Coca-Cola en España
El sistema de Coca-Cola en España se basa en tres pilares fundamentales:
- Las fábricas: El sistema de Coca-Cola en España es único y tiene un marcado carácter local, con embotelladores nacionales.
- Medio ambiente: Una Coca-Cola producida en España recorre como máximo 200 kilómetros de distancia hasta el punto de venta, lo que supone un impacto ambiental menor que otra de los países del Este.
- La hostelería: Un punto de venta clave para la marca son los bares y restaurantes. Con la crisis, el consumo en este canal ha caído cerca de un 6% en lo que va de año.
Un tema muy importante al consumir Coca-Cola nacional, es que si hay cualquier problema es muy facil seguir la pista al producto, sin embargo si la lata viene de Argelia (por ejemplo) el seguir la pista a un posible problema es más complejo. Y la calidad de la española desde luego es mejor, recientemente he estado en Polonia por motivos de trabajo, y el sabor de la de allí me gusta menos.
Además, consumir Coca-Cola de producción local contribuye a la economía española y a la creación de empleo. Si las ventas de Coca-Cola en España disminuyen, esto puede afectar negativamente a los trabajadores del sector.
Es importante que intentemos consumir productos fabricados en nuestro pais, es la forma de preservar puestos de trabajo, cuando la crisis pase y ganemos en competitividad podremos luchar algo mejor contra los que fabrican fuera de n/ pais pero hoy por hoy lo tenemos complicado,. Es mejor consumir coca cola española que extranjera.
Por supuesto por mi parte cada vez que compre o pida una lata de Coca-Cola comprobaré que ha sido fabricada en España y si no es asi pe´diré otra. He leido que van a cerrar la fabrica de Las Palmas entre otras razones por la importación de producto con lo que la venta y por tanto la fabricación había bajado mucho.
Historia de Coca-Cola #mundo #curiosidades #cocacola #history
La Globalización y el Consumo de Coca-Cola
Estamos en medio de una globalización y para unas cosas muy bien y para otras muy mal de cara a la forma de actuar, eso si en el caso de que un usuario quiera comprar un producto que no se venda en el país de origen por ejemplo una variedad de la coca cola como serian la coca cola vainilla o coca cola cherry ,pues no te queda otro remedio que comprarla de importación aunque sea de un país de la unión europea o USA. Tomar Coca Cola de cerca, será mucho mejor que tomar coca cola de lejos.
Personalmente, encuentro la coca cola danesa mas rica que la española porque tiene menos gas y mayor sabor al "sirope" (creo que esta relacionado con el tema del gas). Es más, muchas veces prefiero que me cuelen una coca extranjera para probarlas, y suelo preguntar en los bares. Si ya la he probado, española. Además, en ocasiones me ha tocado la lata americana que es un poco más grande (35 cl frente a los 33 de aqui), y ganas un poco de refresco al mismo precio. Además, es mi pequeña manera de protestar contra la estupida politica de coca cola españa de no sacar variedades como cherry, vanilla, black, black cherry vanilla, y tener que conseguirlas "de extraperlo". Coca Cola si, y si puede ser de un sabor que no haya probado, mejor.
La importación del producto siempre que esté etiquetado en español es totalmente legal dentro del marco europeo. Como debeis saber, el jarabe viene de Atlanta y es todo igual para todo el mundo, produciendose variaciones en las fabricas de embotellamiento solo por el agua o gas que se le añada. La gran mayoria de los argumentos en contra las produce, expande y trasmiten las mismas compañias desde su red comercial para crear esa incertidumbre sobre el producto.
Cada uno de nosotros es libre de consumir lo que nos gusta, y la p... m... de cocacola giri es una autentica porqueria, espero que la prohiban en España o perderan muchos adeptos a la cocalola.... cada esperiencia con la triste imitación casi me hacen perder las ganas de seguir bebiendo la original... esto es una guarrada al consumidor.... es hora de ponerse sanidad dura... y encima no tienes los ingredientes en Español...
Estoy de acuerdo con la importaciòn de coca cola,cuanta màs mejor. Despuès de haber sido 25 años distribuidor de coca cola me echaron sin derecho a nada,me cerraron el mercado. yo tengo cola de vainilla, las botellas de 1.5L a 3€ quien quiera que me agregue al tuenti... mucho cuento ,patriotismo,dar empleo en españa,es la mejor del mundo,señores que no somos tontos que teneis un monopolio montado y os estais riendo de todo el que trabaja para vosotros y el que no os calla patada y pa fuera como me hicieron a mi,.
Lo que es una verguenza qe vaya un distribuidor de coca-cola a un bar y le diga al dueño que si no le compra botella de cristal retornable, no le puede vender latas a bajo precio... O que teniendo nuestras fabricas a pocos kilometros...te cueste mas barato comprar un trailer de fuera,, que solo ocn el transporte ya tendria que ser imposible, y que no digan que es por que en polonia cobra menos un trabajador,, porque hay de estados unidos de francia o austria,,que ganan bastantes mejores sueldos que aqui en España. Mas bien es debido a que en nuestro país es un producto muy demandado y de ello se aprovechan para encarecerlo.... y como muy bien dice algun compañero de foro..la nordic(tonica) no la quiere nadie..al i...
La Transformación en Polonia Después de 1989
En 1989 la atmósfera se llenó de entusiasmo. Yo vivía con mi madre en un edificio típico, enorme y feo. Tenía casi diez años, pero podía sentir el espíritu de la época porque mi madre estaba inmersa en él. Vivía pegada a la televisión, suspirando. Empezaron a emitirse debates y entrevistas a personas de la oposición que no habíamos visto nunca antes. Eran inteligentes, tenían sentido del humor y decían cosas antes impronunciables. Mi madre nunca se había imaginado que algo así podía suceder. Pero cuando escribí “Abajo el comunismo” en un avioncito de papel y lo lancé desde el balcón, ella me regañó: podíamos meternos en problemas.
Las primeras elecciones libres, celebradas hace ya 30 años, el 4 de junio de 1989, marcaron una rotunda victoria del Movimiento Solidaridad. Y, de pronto, todo se aceleró. Las cosas se volvieron coloridas y exóticas. Las onmipresentes cursiladas no molestaban a nadie. Ya habían aparecido los primeros mercadillos y los primeros comercios de emprendimiento. Por primera vez en mi vida, vi un plátano: tenía tantas ganas de probarlo que cuando mi madre me dijo que costaban una fortuna y no podíamos comprarlo, me puse a llorar.
De pronto teníamos llaveros de colores, chicles con fotografías de coches en el envoltorio, la revista alemana 'Bravo'. Antes solo habíamos visto imágenes de los envoltorios de esos lujos occidentales. Bajo el régimen comunista, los pisos eran todos idénticos. Sólo había un tipo de cada cosa, un tipo de muebles, de kéfir, de yogurt, y no había marcas. La gente utilizaba las latas vacías de los logos bonitos de Pepsi o 7up como objetos decorativos, en fila una junto a la otra. Después de 1989, las latas aparecieron llenas. Y eran carísimas.
Tras 1989, también la realidad comenzó a dramatizarse. Mi vida era bastante típica en aquella sociedad en transformación. Mi madre trabajaba como encargada de una gran fábrica de bombillas en Varsovia cuyo nombre honraba a Rosa Luxemburgo. Vivíamos en un piso de 38 metros cuadrados. Teníamos una vida que no tenía que ver con la clase social de la oposición, que pertenecía principalmente a la intelectualidad. Pronto, mi madre comenzó a tener miedo de perder su empleo. De hecho, tres millones de personas perdieron sus empleos en Polonia en pocos años.
El entonces ministro de Economía, Leszek Balcerowicz, puso en marcha en todo el país una terapia de shock que estuvo destinada mayormente a las grandes empresas. Con la apertura del mercado y la llegada de productos occidentales, las anticuadas fábricas del país colapsaron. Hoy ya no queda rastro de la gigantesca fábrica en la que trabajaba mi madre. Ese miedo constante marcó mi adolescencia. Sabía que debía estudiar para entrar en un buen instituto y poder ir a la universidad. Si no, no tendría ninguna oportunidad.
El boom educativo fue una de las principales características de los años noventa, pero también una fuente de estrés. Mi generación es muy distinta a la que vino después. Nosotros no somos tan relajados y estamos mucho más preocupados por la estabilidad, lo que perdimos repentinamente en 1989. Muchas personas nunca volvieron a tener empleo.
Otra consecuencia impactante fue una novedosa y amarga rivalidad entre los políticos. Antes, el Sejm -el Parlamento- trabajaba en armonía. No había riñas. Todas las leyes se aprobaban rápidamente y sin contratiempos. Pero desde 1989, no han cesado las peleas en el Parlamento polaco.
A medida que los cambios penetraban en el país, el aborto se convirtió en el tema central de la derecha polaca. La Iglesia Católica se atribuyó el derecho a intervenir en la vida política, como recompensa por el apoyo previo a la oposición. Fue tan exagerado que el electorado reemplazó a la ex oposición con ex comunistas, que en 1993 regresaron al poder como parte de una coalición.
En 1995, Lech Wałęsa, el héroe de la formación Solidaridad, fue derrotado por Aleksander Kwaśniewski, un antiguo ministro de Deporte del régimen comunista. Wałęsa había resultado tan mal presidente (egocéntrico, desmedido, conflictivo) que mi madre, que había sido una fervorosa defensora de la oposición, silenciaba la televisión cuando él hablaba.
En retrospectiva, creo que el verdadero éxito de 1989 fue que los ex comunistas respetaron la democracia. No violaron la Constitución. Recientemente, esos mismos ex comunistas se presentaron como candidatos en las elecciones europeas como defensores de la democracia, en oposición a los populistas del gobierno del partido de Ley y Justicia (PiS), que cuentan con el apoyo del sindicato Solidaridad y la Iglesia Católica.
Esta paradoja encarna el éxito de 1989, el año en que empezamos a ser libres, pero la vida se hizo más complicada.
Reflexiones Finales
La historia de Coca-Cola en Polonia y su llegada al mercado español es un reflejo de la complejidad de la globalización. Si bien la libre circulación de bienes y servicios puede ofrecer beneficios económicos, también plantea desafíos en términos de competencia, calidad y derechos del consumidor. La decisión de consumir Coca-Cola de producción local o importada es, en última instancia, una elección personal que debe tener en cuenta factores económicos, ambientales y sociales.
Dado que la Europa cimarrona tiembla ante la llegada del fontanero polaco, considero del sumo interés comunicarles que estoy bebiendo Coca-Cola polaca. No porque me halle en Polonia -como ustedes desearían-, esta historia transcurre en nuestra querida Mallorca. Se preguntarán cómo distingo el país de envasado del brebaje. No he afinado mi paladar de catador hasta ese extremo. Simplemente, he mirado la etiqueta de la lata, en el establecimiento que confesaré bajo tortura. Por cierto, el sabor no coincide con la Coca-Cola mallorquina, pero no estamos para suculencias gastronómicas.
Lo abracadabrante es que contactar con la planta polaca, negociar los precios, transportar cada lata desde ese país en un trayecto de miles de kilómetros por carretera y por mar -quizás incluso navegando por el Rin-, y adherirle una etiqueta en castellano, sea todavía más rentable que fabricarla en casa. Y todo ello en un producto estándar.Si importar una lata de refresco -cuyo precio en origen es de unos céntimos- desde Varsovia es negocio, el pánico al fontanero polaco no identificado está plenamente justificado. Otra cosa es, por supuesto, que como clientes prefiramos las tarifas del lampista eslavo, dado que el nuestro se paga unas vacaciones en el Caribe cada vez que nos arregla un grifo que gotea.
No hablamos de un caso aislado. La gestación de este artículo ha sido más larga que la de un heredero regio, por lo que en el interín he pasado a beber Coca-Cola tunecina, supongo que envasada de acuerdo con el Corán. Reiteramos la argumentación anterior, para localizar el germen del pánico al fontanero tunecino, que se plasmará cuando Túnez ingrese de aquí a una década en la Unión Europea. Mientras nos concentramos en combatir los tejidos chinos, estamos sufriendo una cocacolonización más insidiosa. Si ni la chispa de la vida es autóctona, nuestro grado de autonomía es prácticamente nulo.
La historia de Coca-Cola en Polonia y su impacto en el mercado español es un tema complejo que invita a la reflexión sobre la globalización, el consumo y la identidad nacional.